Ya han despedido los mozos con más pelendengues la Mañanica de Pascua corriendo, espentolaus y al brell, la traca que cuelga del fascar, que boltisa y espurifica el recorrido de la prusisión y prende la dispará; desde la iglesia a la plaza, pantajeando y con algún piquiuno. Algún maganto, melampo, no se libra del chistoneo de la pólvora y la brusa blanquinosa, recién estrená, sin ningún curcusit ni ningún gurrupau, se ebrea de aujericos que va encabando el muy pellejo, no sea que se adone la mare y, por la tarde, se lleve un chasco y se quede sin poder vistir las sapatillicas de carica y talón pa ir a pasturar la Mona…
Ahora toca comer el puchero con pelotas en ca los agüelos, na de ensalaicas de lisones, ni bledos; nada de arolas, que es día de Fiesta gorda;de mojete en cantarica. Y, después, bien botinchaus, esborrinchaus y con algún campano de vino trompicau, a echar una becaica, en crus y de memoria, como la Virgen de agosto, no sea que les dé un torsón… Que después de espellejar el reboste y de llenar el perrico, siempre entra algo de galbana y más cuando se ha madrugau más que una terreola…
Precisamente, las agüelas y las mares, llevan días trochando alventás al horno, con las llandas, pa preparar la Mona: madalenas, tortas cristinas, almendraus, rosegones, mantecones, empanaicas de moneato y otros avíos bien enfitaus que berendarán, los muy ambuderos y lamineros, sin cantearse, después de tripear el pan quemau, a bocau redondo, haciendo una cantarera, y esclafarse el huevo duro en la tibola… ¡Ayvaló!
Así pues, tras el descanso, tos los de la cuadrillica plegaus, a la plasa. Las chiconas con sus mandiles de trinqui y los chicones, patulanes, siguen, con incomís, al acordeonista que va en la sorra del carro. Mientras, los perdiganes, echan algún corrotroco a las amiguicas pa tenerlas bien cotorreás … Este año el músico lambreño es de fuera y viene amprau; además de pagarle el jornal, le tienen que dar el hato y el pistraque; rechinchibarlo como al gorrinico de San Antón, que está semerul como un silabario, escañaico. También le acolsarán bien estas dos noches, aunque en la casa tengan que dormir a cabesas culás sobre la almarga de pellorfas.
Esa primera tarde festiva saldrán hacia Golleta (de donde es el pregonau del tío Cleis), igual se alcansan a abrevar en el tornajo de La Canaleja y llegarán, al salto la mata, hasta la presa por algún averío. No cal ir arreando, a escatacuello, pero tampoco ir con gebo, que no hay que dejar ransear el cantonico de sangregordo o longanisica seca y ya van entrando ganicas de espigolar algún gotifarrón marrajo de la carnera. Hay gasusa.
El segundo, de crusá hacia Buñol, por las alfarerías y por los ribazos atibaus con lidoneros, atraviesacaballones, hasta topetear con el atroj del Armajal, donde también hay un buen regante en los bancales de arros; seguro que se enfistolan de sasón en alguna de las clochas del rodal y aprovechan pa echar alguna firma en el lejío, detrás de algún matacán.
Y el último día, tirarán con el carro barsoneando, hasta el mojón. Atravinarán por la chiminera Lobato que suelta esa chifarrera que parece un sagato; y algunos se acercarán, incluso, hasta Cheste, a segundear la visita que hicieron los vecinos para asistir al Encuentre. Aprovecharán para pipar, al gallet, un traguico de mistelica del terreno y esmotar la golica jamoreá.
Además de cantar la Tarara como rics, como chulainos; y dansar como saltarrius, disfrutarán como gaticos calabaseros, sobre todo los sagalicos, aventando el cachirulo, o juando al Churro va, a la comba, a la escampilla, al bolinche, al canuto, a los gufos, al pote arboleau o al Santo Mierda. Así, aprovecharán, los más merdanos y trompellotes p’arrearse algunas ñesplas a ruedabraso o de resmellón y hacer el abejorrico, aunque les coben la badana, los esbatusen y salgan trasquilaus y con estraleos, como la colla del perro alisisiau.
Y, a la vuelta, al oscoconosco, las cuadrillicas, pativoleás, irán, aspasico y atravinando, a senar a alguna casica lustrosa de guenas brancás y una andana minsa que los acarone; y de allí, después de la samparrilla, el Jalupe o del té de monte ameraico, bien recalcaus, irán todos (chilimindres, talludicos y gransones), a la palpa, a la Mutua de bureo, que hay mosquero.
Cae una ragea, un aguarrujo, una mollisnica, de alegría y el casino se atiborrará de mosorrondores aguaitando, rascachanes, a mansalva, haciendo algún maldansau, carabinas emporchás, con la doseta como una sarria y mososviejos charrando con gebo, royos y adobaus; también, algún bú cascor y continé jodiendo la marrana y algún troncho melero triscando como mardajón de pedrisa. Por supuesto, no faltará alguna laborica bien templá, con más pretendientes que la perrica Faraña; o dotoras milochas de culo, pero también, de morro preto, mojeteando y aguaitando; o tortolicos abragonaus, festeando caldosamente, a puntico de haser fuch a alguna cárcama. ¡Hodo! Ya veremos, cuando vuelvan, a quina hora, que escarte dan…
Pero mientras, todos se unen bailando, a la churra mandusca, hasiendo rogles como una rodancha, como en una gran y armoniosa Torrá. Y no es menester disir que, después de estas rondas, más de un moso seguro que consigue arrejuntarse, por muy busne, maltrasau, panojón o esquitoso que sea; que, cada ollica tiene su taporica y la que no un tiestesico. Así, que no será menester que sea clavario del Torico pa que cate la olla pataca.
El alijau es que aún no acaba la fiesta, aún queda una longanisa muy larga y no hay que parar en torreta ¡Ñas coca! Aún hay tres días festivos más en San Vicente ¡Yo te flic! Entonces, se dará la cumunión a los enfermos y a los penaus en la cársel del “albercoquero”, que ellos también pueden salir de polleguera; romper palletas con la desdicha y pegarle una vaina a la pena tusa y malcolfa; que todos tenemos abierta una ventanica al sierso, hasta Sarrapito, el tío Riáu Catapláu o la Mariarroquera.
Aún queda algo de tracaleo, pues, y, ¡horrio! hay que sacar toda la melis a la vida tililaila, aprovechar la tenorica de la primavera sin cantearse, al tau tau, que ya llegará el Surricañas y piarán los nevateros… Hay que estufarrar y aibar todas las pesoneras que escagarsamos; bolinchar al pajuzo, aventar, esas penas chiripías y bascosas que escurren por las corás esbareás y nos voltean y escarcatan; nos apiulan y hasen chichinas.
Quedarán, sulsiéndose en el recuerdo unos festejos entrañables: las prusisiones somordas y a fosques, después de la batallá, con sirios como minetas; la patulea corriendo el pueblo con carracas, en el Toque de Gloria; o el cura cambiando huevos y sal consagraus en la Bindisión Pascual. To el pueblo enramau y oliendo a murta y alfadega; sin balurria, vis ni retés y lleno de arcos de coloridas flores de estraza; con sagalicos disfrasaus de querubines de rullos de borras como neulas; para recitar tonaicas que son albás melosas a la Virgen negra, el Domingo de Resurrección; o de pastorsicos dansando con el estil y haciendo títaros a rebufo de los Gigantes y Cabesudos; o los soldaus cascudos y bragaus, empumando en andas y con aire, a nuestra Morenica desde el castillo. Tos esperan y barruntan somordos, tosolones, que ella les haga ligerica cada espera y eterna la hora de disfrutar una miajica de esta fiesta palpuda, que alena, reviscola y tallea.
JCM
Centro de Estudios Chivanos (CECH)