Para conocer qué fue la CNT-AIT de Chiva, deberemos retrotraernos a las polémicas elecciones “municipales” de aquel domingo 12 de abril de 1931 que en forma de plebiscito derrocó a la monarquía de Alfonso XIII.
En nuestra localidad el escrutinio para elegir a los 12 concejales del gobierno local dejó el siguiente resultado:
Partido de Unión Republicana Autonomista (P.U.R.A) 8 concejales.
Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E) 2 concejales.
Independientes Monárquicos 2 concejales.
Deteniéndonos en este apartado y solo a modo de comparativa señalaremos que en la localidad de Buñol los resultados fueron los siguientes para elegir a sus 13 concejales:
Partido de Unión Republicana Autonomista (P.U.R.A) 9 concejales.
Partido Comunista de España (P.C.E) 2 concejales.
Independientes (¿?) 2 concejales
Estos datos de 1931 nos hacen ver dos cosas claramente: la primera es evidente que no existe ninguna presencia de partidos anarquistas, la segunda nos enseña que Chiva, ciertamente, es la cuna del Partido Socialista en su comarca y Buñol lo es del partido comunista, pero es innegable y nos da un baño de realidad cuando los datos nos regalan una verdad irrefutable, que nos aleja del romanticismo con el que los autores locales y allegados tratan este periodo, pues el comparar los 4 concejales del futuro Frente Popular en ambas localidades con los 17 que sumaron los “blasquistas” del P.U.R.A, hace que se caiga y desmitifique cualquier realidad paralela.
¿Pero quién era el Partido de Unión Republicana Autonomista?
Por lo apretado del formato lo resumiré en que los “blasquistas” eran un partido exclusivamente valenciano denominado de “centro”, de corte autonómico y asociado a nivel nacional con el Partido Republicano Radical (P.R.R) del 6 veces presidente del gobierno de la República Alejandro Lerroux. El pasado de sus principales componentes a nivel local, su discurso demagogo, su ideología nada definida excepto por su anticlericalismo, su control absoluto por los caciques locales, un vaivén inicial de alianzas con la izquierda y giros a la derecha, hizo que en Chiva fuese conocido como la “hojarrasca”.
A nivel orgánico su presidente era Sigfrido Blasco-Ibáñez Blasco, el hijo menor del escritor y político Vicente Blasco Ibáñez y fundador del partido. En 1935, Sigfrido fue acusado del “escándalo del estraperlo” huyendo de España en los primeros momentos de la guerra en 1936, y he aquí el primer dato significativo y que nos debe hacer reflexionar, se exilió a Francia con la ayuda de la CNT.
¿Pero por qué debe de exiliarse alguien de un partido republicano con la ayuda de la CNT a principios de la guerra desde Valencia a Francia?
La respuesta es la siguiente:
Con la debacle del P.U.R.A y su exterminio de las instituciones de la II República Española en 1936, sus controladores fueron repudiados políticamente por los partidos que ahora gobernaban, nadie les iba a hacer un hueco en el PSOE, ni en el PCE, ni en Izquierda Republicana, pero el 18 de julio de ese mismo año se daría la oportunidad de poder revertir la situación. El alzamiento militar de los generales Mola y Sanjurjo y el impulso que iba alcanzando, pusieron a España en una situación de Guerra Civil. Un golpe de estado que va dirigido a derrocar incuestionablemente al gobierno del Frente Popular, y sí, es contra el Frente Popular únicamente a quien va dirigida la guerra, las demás versiones son tergiversaciones e intereses políticos.
En este contexto y puesto que la sublevación inicial puede convertirse en otra “sanjurjada” como la de 1932, los antiguos militantes del P.U.R.A ocupan el único puesto político vacante en Chiva y su comarca: el comunismo libertario o anarquismo, desde donde pueden volver al poder una vez se acabe con el golpe y se establezca el nuevo orden en España.
En Chiva, los anarquistas rápidamente coparon las calles en los primeros días del pronunciamiento en aquel verano de 1936, simplemente para hacer ver su fuerza al Ayuntamiento dirigido por el socialista Urbino Blay.
Urbino Blay Máñez respondía por aquellos días al ofrecimiento que le hizo con toda su solvencia e influencia, el principal cacique de Chiva Ricardo Arnau Cervera y a la sazón jefe encubierto de los anarquistas, a lo que el socialista le respondió que se preparara para una auditoría de toda la documentación tributaria que el cacique controlaba. Sin duda alguna, esto selló su sentencia de muerte.
Posteriormente a esta conversación y aprovechando la oportunidad que brindaba la ausencia de la Guardia Civil y de las Juventudes Socialistas Unificadas (J.S.U) con su partida a los frentes de guerra de Madrid y de Extremadura, la CNT apareció en varios grupos dirigidos por un individuo al que se denominó “el pistolero o cojo” de nombre Pedro Ivars Piera. Un forastero que afincado en Chiva en los días anteriores y que de repente, de la nada y sin ninguna réplica por parte de los anarquistas de Chiva y Cheste los comanda con unos objetivos muy concretos y definidos. En los saqueos también participaron miembros de la denominada «Columna de Hierro«, verdaderos especialistas en robos, que se coordinaron con los de Chiva en el pillaje de la iglesia y las casas de la gente de derechas a los que ni los muebles les dejaron.
Así pues, se quemó la iglesia de Chiva, se destruyó la ermita y se calcinó a la virgen del castillo, se saqueó el ayuntamiento y el desprotegido Cuartel de la Guardia Civil y por supuesto se cumplió el principal objetivo que no era otro que la destrucción total de los documentos que interesan correspondientes a temas de contribuciones y registros de propiedad que se ubicaban en diferentes edificios.
Los miembros que quedaban del Frente Popular poco pudieron hacer al inicio de este sorpresivo ataque, pero aun así se revolvieron y a punta de pistola pudieron salvar parte de los cuadros de Vergara de la iglesia, a las monjas y al cura de Chiva D. Enrique Marqués Fontelles de la muerte que les tenían preparada. Nada pudieron hacer para evitar la quema de los documentos objetivo principal del ataque.
Cumplida la misión y disgregadas las fuerzas anarquistas, en los días posteriores se transformaron en grupúsculos terribles como “la calavera de Cheste” de Anselmito y compañía, que se paseaban por la población armados hasta los dientes preguntado a cualquiera si habían visto un “fasista” y desgraciado de aquel que, aunque fuese un chiquillo dijese su nombre.
El estallido final llegó una mañana de primeros de septiembre de 1936, cuando el alcalde Urbino ordenó al policía del pueblo que diese un bando donde se prohibía la ostentación de armas por la vía pública ya que Chiva no era frente de batalla. Con esta medida se pretendía que la CNT no acechara armada a cualquiera que pasase por la calle, no tiroteara vehículos como ya había hecho, no montara controles a la salida y entrada de la población, no robara en las casas de gentes de derechas y en definitiva no perturbara el orden público con sus algaradas y excesos.
El encargado de echar el bando, como siempre, fue el policía del ayuntamiento José Casanova Balavasquer, un hombre físicamente alto y fuerte, resuelto y como sin duda demostró, valiente. Salió del ayuntamiento y se dirigió a la plaza, lugar donde se daban todos los bandos, pero al pasar por la puerta del casino de la CNT, ubicado en el edificio actual de la calle Doctor Nácher número 17, el pistolero Pedro Ivars, que avisado de antemano ya sabía el contenido del bando, acompañado de sus compinches, bajó pistola en mano y apuntando al policía le preguntó que dónde iba.
Casanova no se arrugó y sacando él también su pistola y de igual manera apuntando al anarquista a la frente, le dijo que a echar el bando.
Comenzó entonces una serie de amenazas por parte del jefe libertario al policía, sin dejar ambos de apuntarse a la cabeza en ningún momento, en una situación donde lo más normal es que José Casanova hubiese sido asesinado. Alertados los miembros del ayuntamiento y los del Comité Revolucionario, acudieron al lugar de donde huyó el pistolero con ayuda de sus secuaces y matones, fugándose en aquel famoso taxi de Chiva.
En el denominado “puente de la muerte” y con contribución de fuerzas del ejército republicano, fue detenido Pedro Ivars, el famoso pistolero y jefe operativo de los anarquistas de la zona, también fueron detenidos todos los anarquistas chivanos que le acompañaban. Por orden del alcalde se determinó su ingreso en la cárcel del distrito para su pasasen a disposición judicial y de esta manera repartidos en varios coches se volvieron los perseguidores y detenidos a Chiva.
Ciertamente en esos momentos el vehículo que transportaba detenido al pistolero de vuelta desapareció de la vista de los demás, llevando a otro lugar al anarquista el cual fue ejecutado por los ocupantes de aquel coche concreto.
El alcalde al enterarse de lo sucedido se disgustó con este salvaje acto y expulsó al ideólogo y ejecutor del pueblo, pues al igual que el asesinado tampoco era de aquí. Yo añadiré que este verdugo se destapó con el tiempo además de asesino como un traidor y un miserable.
El 4 de noviembre de 1936 tras los convulsos meses anteriores, la presión de la CNT con sus salvajes actos en toda España tiene su recompensa y el Gobierno de la II República del socialista Largo Caballero permite su incorporación a la estructura del Estado, cesando las tropelías y los desmanes en la retaguardia republicana.
En Chiva aparecen pues varias personas del pueblo, antiguos e insignes “blasquistas”, para hacerse cargo de varias concejalías que pasan a manos de la CNT, principalmente la de Requisiciones e Incautaciones, que tal como su nombre indica, se dedicaba a requisar todo tipo de material, muebles, inmuebles, animales, tierras, dinero etc. Una concejalía que la CNT no soltaría hasta el final de la guerra con la proximidad de las tropas franquistas. Ningún individuo del ayuntamiento del Frente Popular quiso hacerse cargo después de dejarla la CNT ante el resultado que presentaba una vez que se audita la gestión anarquista.
Las tensiones en el ayuntamiento durante toda la guerra fueron patentes, en Chiva nadie les llamó jamás anarquistas, todo el mundo los conocía con su verdadero nombre: “la hojarrasca o los hojarrasqueros”, todo forastero que pretendió enfocar el anarquismo en Chiva fue vilipendiado y salió malparado de la localidad.
También creo que es justo recordar que Chiva fue el único pueblo de todos los alrededores que no sucumbió a los mal llamados anarquistas. Alrededores donde se les venera en círculos culturales y políticos interesados, que denotan una memoria selectiva y un revisionismo histórico convenenciero. Seguramente porque tienen mucho que perder, ocultar y callar y así, de esta manera, les va bien y continúan con el relato y la matraca.
Finalmente las tropas franquistas ocuparon la población, todos los socialistas y comunistas fueron inmediatamente detenidos y encarcelados, pero curiosamente los anarquistas no y si alguno lo era a tenor de las informaciones que tendían a su detención por sus desmanes o por pertenecer al organigrama anarquista, rápidamente se liberaba.
Los miembros del Frente Popular estaban tranquilos, les habían prometido que nadie que no estuviese inmerso en el asesinato de personas y saqueos tenía que temer y así pasaron los días en el albaricoquero.
Llegó el día de los juicios sumarísimos de urgencia y el tribunal militar, en el ayuntamiento y con aparente solemnidad, cargaba de años en los presidios a los poca ropa, mientras de puertas afuera se hartaban de paella y vino en los descansos o en las deliberaciones como les gustaba decir, dejando para el final el plato fuerte, el juicio estrella.
Este último juicio era el que acomete a la corporación municipal y algún que otro infeliz, exceptuando, claro está, a todos los concejales de la CNT y sus dirigentes que durante todo el periodo de guerra tuvieron y ejercieron cargos de relevancia.
Entre los inculpados aún reina la tranquilidad, no hicieron nada punible a los ojos de los sublevados, al contrario, evitaron saqueos y muertes, mantuvieron el orden público y existe sobrada documentación para dilucidar y descubrir a los maleantes, ladrones e incendiarios.
Pero la primera sorpresa llega con las denuncias de los antiguos caciques republicanos controladores de la CNT y sus colaboradores más allegados, quienes presentan unas mentiras en forma de denuncias que no se sostienen, pero el tribunal o el circo, evidentemente tragó con ellas, admitiendo en los documentos que validan las denuncias, que los acusadores “son gente adherida al glorioso movimiento nacional”. La segunda y gran sorpresa fue la acusación como autores de la muerte de un chico “de derechas”, si, de derechas, conocido como Pedro Ivars Piera, hijo del registrador de la propiedad de Alcalá de Henares que poco más que pasaba por allí, ya nadie lo recordaba dirigiendo la destrucción de edificios en Chiva y robando y persiguiendo a la gente de derechas de verdad. Los testigos oculares de aquel asesinato fueron todos los anarquistas de su séquito, aquellos que fueron detenidos junto al finado por sus tropelías en el verano del 36 y los cuales también presentan denuncias al respecto como juramentados y adeptos al glorioso movimiento nacional. Destacar que el declarante más inquisitorial era aquel que vestido con los ropajes del cura, reía mientras quemaba las imágenes de la iglesia aquellos días del verano de 1936, el tribunal aceptaba todo y seguía con su pantomima.
Ante estos hechos y testimonios, la verdad tomó forma y los miembros del ayuntamiento del frente popular fueron conscientes de la realidad, los iban a condenar a muerte hicieran lo que hicieran y dijesen lo que dijesen. Alguno se resistió a la evidencia y nombró al autor material de los hechos y cuán grande fue su sorpresa que a los pocos días y delante de ellos con la cabeza agachada y sin poder mirar a la cara a los imputados, allí se encontraba el autor, pero no como acusado, sino como testigo, acurrucado en una silla y declarando que él no fue quien mató a Pedro Ivars. Llegado a este punto, el tribunal se permitió una pequeña crueldad con el dicente acongojado y no contento con que balbuceara la acusación, lo obligó a levantarse de aquella silla en la que se escondía y se hacía pequeño para que uno por uno fuese señalando a todos los acusados, acusados que no podían creer hasta qué punto tan retorcido y vil había llegado la “hojarrasca”. El reo señalaba y nombraba uno a uno sin mirar apenas, no quería ocupar el sitio de aquellos desgraciados.
Los juicios de los sublevados celebrados en Chiva fueron de un despropósito y una farsa tan grande y de un montaje militar tan chabacano, que Miguel Roser (alias el Pavo) un agricultor afiliado a la Derecha Regionalista Valenciana (D.R.V) también fue fusilado por las denuncias de los antiguos anarquistas y no pasó absolutamente nada.
La documentación que existe sobre estos hechos es abrumadora, testimonios, firmas, nombres y apellidos, acusaciones, denuncias, actas, cartas, lista de cenetistas y un sinfín de documentos muy valiosos para comprender aquellos dramáticos momentos.
Franco dictó las penas de muerte y se cumplieron, entiendo que no le importó en absoluto que lo engañaran, había que acabar con todos los miembros del Frente Popular que se pudiera. Ciertamente un tiempo después de aquellos fusilamientos de los miembros del consistorio chivano, reconoció que los sacrificados no tuvieron nada que ver con los hechos de asesinato que se les acusaba, así rezan los documentos.
Siempre me ha sido llamativo como al cura de Chiva que había salvado la vida en dos ocasiones gracias a los miembros del Frente Popular: una cuando fue protegido por Urbino Blay de la acusación por desafecto y dos cuando el cerco de la CNT se estrechó sobre su escondite, un grupo de tres comunistas comandado por Teófilo Muñoz lo sacó de Chiva a escondidas y tras un largo viaje en la que se la jugaron lo pasaron a las líneas sublevadas. Acabada la guerra y de manera oficial, al párroco se le apercibe en muchas ocasiones de que manifieste quién ha quemado la iglesia y ermita, fácil hubiera sido echarles la culpa a los muertos, pero no lo hizo jamás aun a riesgo de ser detenido y encarcelado, tampoco dijo quienes fueron en realidad, pues ahora estaban sentados en los primeros bancos en sus misas, redimiendo penas.
También me parece curioso como la «hojarrasca» fue capaz de adueñarse del ayuntamiento de Chiva en forma de gestora nada más concluir la guerra y también fueron capaces de arrinconar a los concejales que verdaderamente eran de derechas. Cuando la situación se hizo imposible con los miembros de derechas, finalmente los miembros de la «hojarrasca» fueron literalmente cesados y echados del ayuntamiento como perros por el nuevo Gobernador Civil franquista que los destituyó en persona «por su significado pasado blasquista«.
Finalmente, los antiguos miembros de la CNT pasaron a formar parte de la nueva falange de Franco y alguno llegó hasta ser jefe, haciendo bueno aquel dicho que se escuchaba después de guerra que decía que la bandera rojinegra de la CNT es la misma que la de Falange, tan solo cambia la forma de las franjas. Y esta es la aportación de la CNT-AIT a la historia de Chiva.
David Mújica Miró
1 de marzo de 2024
Centro de Estudios Chivanos (CECH)