La pasada semana hablábamos del término «Urrea», continuando con los artículos referidos a diferentes topónimos relacionados con la zona afectada por el proyecto del macroparque solar fotovoltaico de Brihuela o que pueden ser afectadas por infraestructuras similares.
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Comentamos, tras el análisis de la palabra y del propio espacio al que está asociada, la posibilidad de que derivara del hidrónimo paleoeuropeo «ur». Así pues, esta semana queremos destacar la denominación de otro espacio emblemático y singular en Chiva, relacionado con la abundancia de aguas, que puede estar, por lo que se comenta, amenazado, como el anterior, pues carece también de protección: «Marjana».
Efectivamente este hidrónimo parece que deriva de la palabra árabe «mary» que significa pradera, terreno pantanoso; relacionada con la forma latina «mare», «maris». En Chiva tenemos otro caso similar: el «Armajal», pegado a la población, un humedal de interior que destacó en entre los arrozales valencianos del siglo XVIII y donde se prodigó este cultivo, hasta mediados del siglo XX. Si ya el Armajal es singular, pues no está ubicado cerca del mar, como la mayoría de los marjales valencianos; todavía lo es más éste, muy fértil y en una llanura en lo más alto de nuestra sierra, a 850 metros sobre el nivel del mar. Esa sierra, la de los Bosques, tan grande y hermosa como desconocida.
Aunque en la actualidad, por el cambio climático, Marjana o El Campillo en la zona de Gestalgar, no tiene la abundancia de aguas que le caracterizaron en el pasado; si tiene una importante red hídrica importante, con nacimientos como la fuente de La Peraleja o la de La Gota, en el barranco del mismo nombre, que brota en el macizo de Santa María y desemboca en el Regajo. Precisamente, en este riachuelo, recientemente, la Plataforma para el Estudio y Conservación de la Sierra de Chiva ha realizado un proyecto de restauración fluvial, regenerando su bosque de ribera.
Debido a la actividad ganadera que se ha dado en la zona, durante siglos, este paraje se había visto alterado y se consideró necesario la revegetación con material vegetativo autóctona, seleccionado de la propia cuenca hidrográfica a la que pertenece este cauce: Sauces, álamos, etc. De esta forma, se protege la enorme biodiversidad de este hábitat único, tal y como ha estudiado la Plataforma citada, es zona de paso y descanso de numerosas aves migratorias y de caza de diferentes especies de rapaces protegidas que nidifican en nuestra sierra (Águila real, Águila Perdicera, Cernícalo, Halcón Peregrino, Búho Real, Cárabo Común, Vencejo Real, Chotacabras Pardo, etc.).
El altiplano de Marjana es un espacio único, pues, con un microclima especial que propicia una inmensa riqueza en flora y fauna, como infinito es su cielo. Un firmamento que casi se puede alcanzar desde el pico de Santa María, el más alto de la comarca, que roza los 1200 metros. Desde allí la vista es impresionante divisándose cientos de kilómetros a la redonda y otras montañas como las de la Serranía de Valencia, el Peñagolosa en Castellón, la Sierra de Javalambre de Teruel, el Pico Ranera en Cuenca, etc…
Además, en este macizo, cercano al Burgal y al Parque Geológico de Chera-Sot de Chera, subsisten, pese a los incendios, especies vegetales endémicas, raras o amenazadas, estudiadas, desde el siglo XIX, por prestigiosos botánicos como H. M. Willkomm (autor de la inigualable obra ″Prodomus Florae hispanica″); y donde las rocas calizas forman, también, relieves encantadores, como ocurre en otras zonas como Charnera u Oratillos. Precisamente en este último paraje se erigen esos sugerentes «monjes» que guardan la puerta de Marjana. Por cierto que el gran arco natural que daba entrada al altiplano, fue destruido para que pudieran cruzar los camiones de «fornilla» que bajaban desde lo alto de nuestras montañas.
En las zonas más abruptas de este espacio, la acción del agua y el viento ha dado lugar, pues, a esas formaciones kársticas singulares de gran interés; también a grutas naturales como la Cueva de los diablos o interesantísimas y yacimientos arqueológicos. Pero, además de contener estos bienes etnológicos e históricos, Marjana, como lugar entrañable, es el escenario de leyendas locales e incluso comarcales, como la del Ojanco de Marjana o la de Tarik y Alba, que hemos comentado en alguna ocasión.
Así pues, aunque aquí finalice la senda Mal Viaje, aunque sea popular el refrán ese de «Marjana, el que la deja la gana», nuestro altiplano, es, sin duda, uno de nuestros mayores tesoros naturales y culturales; también de nuestra región. El gran marjal donde fluye nuestra memoria y que debemos proteger; todo un mar, cultivado de sensaciones.
*Fotografía del Regajo, en Marjana de la Plataforma para el Estudio y Conservación de la Sierra de Chiva.
Fecha de publicación: 17/04/2021