En el recuerdo de algunos chivanos, todavía es un misterio.
Los mayores lo vivieron y algunos jóvenes simplemente saben que ocurrió en aquel año de 1977.
A partir de aquí se desarrollan todo tipo de hipótesis, conjeturas y hasta aseveraciones de lo acontecido con un avión militar que se estrelló en la sierra de Chiva. Algunas murmuraciones se aproximan a la verdadera historia, otras sin embargo son un total ensueño, ese ensueño y figuración que se hacen necesarios para mantener viva la leyenda de lo que verdaderamente pasó.
No frivolizaré ni haré sensacionalismo sobre lo sucedido por muchos motivos: humanidad por las familias, respeto por los fallecidos o por simple sentido común. También sintetizaré mucha información por ser este formato limitado para profundizar en algunos aspectos y no desvelar ahora una información que tanto tiempo nos llevó conseguir.
Dicho esto, la primera regla de todo buen aventurero que se precie es ir acompañado de un camarada o colega, que comparta tus inquietudes o simplemente te aplique la prudencia cuando parezca que te falte. Yo tengo la enorme suerte de contar con mi gran amigo Salvador Bayot, un especialista muy versado en conocimientos de aviones civiles y militares, que nos maravilló con un estudio técnico sacado de la nada sobre el ataque a Chiva en 1938, publicando: «Legión Cóndor sobre Valencia, el bombardeo de Chiva» (Centro Estudios Chivanos año 2019), donde muestra e identifica inequívocamente los restos recogidos en nuestra sierra de un aparato alemán messerschmitt BF 109 el cual fue derribado.
Cuando le comenté mis intenciones a raíz de nuestras informaciones adquiridas de manera independiente, convergimos sin dudar y como no podía ser de otra manera en dar a luz aquella historia del otro avión siniestrado.
Una trágica historia que puso fin a la vida de 11 hombres, todos ellos militares del Ejército del Aire y ahora también del Espacio.
Al inicio de esta investigación en el año 2004 nuestros hijos no habían nacido y por suerte para nosotros, cuando pacientemente casi la culminamos, además de mis sobrinos, nuestros hijos nos acompañaban. El instante más extraordinario de la aventura fue encontrar los restos de aquel aparato siniestrado, cuyo fuselaje dinamitado posteriormente ante la mala impresión que ofrecía a los pilotos comerciales en su aproximación al aeropuerto de Manises, se esparcía por la orografía del terreno.
Gracias a este impactante hallazgo, que pese a estar totalmente rendidos físicamente nos hizo enloquecer de júbilo, georreferenciamos el lugar exacto de la colisión, un lugar al que habíamos podido llegar guiándonos gracias a unas viejas fotografías del siniestro en blanco y negro que conseguimos en Madrid. Luego el silencio se apoderó de la situación ante la consciencia de lo allí ocurrido. Supongo que aquella alegría inicial debe ser muy parecida a cuando alguien encuentra un tesoro o al menos a mí me lo pareció, a pesar de estar totalmente agotado y tener que afrontar el camino de vuelta.
Este otoño volveremos los dos al lugar, nuestra última misión es la de identificar y documentar todos los restos que podamos, algo que nos fue imposible en 2017.
Finalmente y en colaboración del CECH, publicaremos lo investigado de una historia que pone fechas, lugares, últimas conversaciones con la torre de control, testimonios y nombres de sus protagonistas directos e indirectos entre otras indagaciones y que darán luz a lo que allí ocurrió.
En definitiva, un monográfico que, creemos, no deberías perderte.
David Mújica Miró.
Fecha de publicación: 02/07/2022