Con el inicio de la última guerra civil, en 1936, se produjo una crisis monetaria que se agudizará a partir de abril de 1937, propiciando, entre otras cosas, la escasez de moneda fraccionaria que repercutió directamente en el comercio y que originará la aparición de diversos métodos alternativos para solventar este problema que el gobierno republicano no puede atajar, como fue la acuñación de monedas y billetes «de necesidad».
Estas emisiones de emergencia posibilitarán las transacciones diarias de una población que ya no está acostumbrada al trueque y se realizarán tanto por los Consejos Municipales (Ayuntamientos), las juntas, las cajas de ahorros e incluso algunas empresas o entidades privadas. Así, se cuentan por centenares las administraciones que emitieron billetes locales, si bien fueron mucho más comunes en el bando leal a la República que en la zona controlada por el ejército sublevado.
La falta de materias primas, especialmente las metálicas utilizadas para la industria bélica, hace que los materiales utilizados para la impresión de papel moneda sean de lo más variopinto, aunque lo más normal era el cartón y el papel fino. También variará su diseño, muy sencillo por lo general. Debido a las limitaciones, en la mayoría de los casos, se reducirá a simples impresiones en tinta de un solo color y, muchas veces, con un sello estampado que proporcionaba una «garantía extra» de autenticidad. Lo vemos en algunos de estos «vales» que se emitieron en nuestro pueblo y que reproducimos en este sintético artículo.
En nuestra región, muchos de estos consistorios, como es el caso del nuestro, solicitarán del Gobierno Civil, la autorización para emitir billetes de circulación en el ámbito por valores comprendidos entre cinco céntimos y cinco pesetas que ayudasen a facilitar el cambio en las compras cotidianas de la localidad. Muchas de estas emisiones se hacen sin la autorización del Gobierno, pero siempre como medida provisional hasta que el Banco de España pusiera en circulación la cantidad de moneda fraccionaria suficiente para toda la nación, algo que no conseguirá en toda la guerra.
Previo depósito de dinero del Banco de España en alguno de los bancos de su localidad, los Ayuntamientos, según sus necesidades, hicieron distintas emisiones en estos vales durante el año de 1937. Primero se recogieron todos los vales emitidos con anterioridad por los distintos comités, dando paso de esta forma a los billetes locales o municipales, que de los consistorios pasarán a cooperativas y sindicatos; y de ellos a las industrias, comercios, colectividades, empresas de transporte, economatos o almacenes.
En Chiva podemos ver algunas de estas cédulas rectangulares y de colores rojos o azules, firmadas, además de por el interventor y el depositario, por el entonces alcalde de la villa, Urbino Blay Máñez, que será sustituido ese mismo año de 1937, por Javier Morea, cuando partió al frente (ambos ediles socialistas fueron fusilados al final de la contienda). Éstos tienen impresa la bella imagen de la simbólica fuente modernista de los veintiún caños, aunque también vemos otros más sencillos con las mismas rubricas. Pero, además, también se conservan rudimentarias monedas sello circulares de cartón, que sirvieron, al mismo tiempo, como medio transitorio de pago. Estos discos están ilustrados en la parte central con una flor (quizá un girasol) y abejas a su alrededor; unos motivos apícolas que vemos en «monedas» similares de otros pueblos, como Bocairent o Cheste y que aluden a la buena suerte en los negocios y la felicidad del hogar; a la productividad, la disciplina, la unidad, la perseverancia y la fidelidad; a la iluminación, la nobleza, el amor y la inmortalidad. Alrededor de este emblema, vemos un texto en el que se lee: «República Española» y el nombre de la localidad. Igualmente, en el anverso aparece adherido un timbre móvil de correos republicano de una determinada cantidad, que determinaría su valor facial.
Éstos sellos son similares, por cierto, a los sellos de «Asistencia social» que podemos ver, también, en la imagen anexa y son de diferentes colores. En ellos se reproduce, además de la leyenda citada, una escena piadosa, la cantidad monetaria y el nombre del pueblo, como ocurre en otras poblaciones.
A pesar de que estos billetes «de necesidad» circularon poco tiempo lo hicieron de manera muy intensa ya que la gente prefería pagar con estos «papelicos» que con «dinero de verdad». Pero, tras la derrota, el gobierno franquista no admitió esta moneda local; de la misma forma que en diciembre de 1938, un decreto del gobierno de los militares de Burgos, ya había convertido en papel mojado los billetes emitidos por el gobierno republicano, a partir del 18 de julio de 1936, con los que había funcionado la España que perdía la contienda. Un hecho que se enmarca dentro de una guerra financiera paralela, pues el mando de los vencedores irá imponiendo su propia moneda (que emitía desde 1937) en los nuevos territorios sometidos, según avancen los frentes. Si el país en general estaba arruinado tras una larga guerra, parece que estas medidas, todavía condenaron más a la miseria a muchos vencidos; también, por supuesto, en nuestro territorio, uno de los últimos en caer.
A colación de este tema, esperamos desde el CECH que hayáis tenido buenos aguinaldos, que los reyes magos os colmen de regalos y de salud y que tengáis un feliz y próspero 2022.
JCM
Fecha de publicación: 05/01/2022