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¿Sabías que en el proyecto de la bodega de la Cooperativa Vínica Chivana intervino Pascual Carrión?

  

Este perito, nació en el seno de una familia de agricultores aco­modados, propietarios de viñedos en el valle del Vi­nalopó. A los dieciséis años se traslada a Madrid y cursa sus estudios en la Escuela Especial de Ingenie­ros Agrónomos del Instituto Agrícola de Alfonso XII; allí obtendrá el título, en 1917, con brillantes calificaciones. 

Como señala Carlos Barciela, durante los años de estudiante ya mostrará un precoz interés por los problemas sociales y económicos del país, lo que le lleva a frecuentar la Residencia de Estu­diantes y el Ateneo, donde entra en contacto con al­gunas de las personalidades políticas y científicas más influyentes del momento, vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza, como Francisco Giner o Ignacio Bolívar. Entonces, se impregna de la literatura regene­racionista y, particularmente de las obras de Costa, autor que, junto a Flórez Estrada y Henry George, le marcará profundamente. Asimismo, ya mostrará algo que será una constante durante toda su trayectoria: la vocación divulgadora y la participación activa en la política española, con la publicación de diversos artículos en los que aborda los problemas sociales y económicos del campo, defendiendo posi­ciones reformistas.

Concluidos sus estudios, será destinado, a petición propia, al Servicio de Avance Catastral de Sevilla. Allí permanecerá cuatro años que coincidirán con una gran agitación campe­sina (el llamado “Trienio Bolchevista”) y por la efervescencia del regionalismo político. En este sentido, su amistad con Blas Infante y su apasionamiento por los proble­mas del campo andaluz le llevan a un elevado grado de compromiso político con esta región. En estos años, además de sus labores técnicas, continuará con sus trabajos de divulgación y frecuentará reunio­nes científicas y congresos. Igualmente, trabaja, en la elaboración del informe que los ingenieros del Catastro elevan al ministro de Fo­mento Osorio y Gallardo sobre las causas del malestar campesino, y colabora con el Instituto Nacional de Previsión realizando estudios sobre el retiro obrero y los accidentes de trabajo. Es entonces cuando llega al convencimiento de que el atraso y los graves problemas sociales de Andalucía sólo podrá resolverse abordando el problema de la excesiva concentración de la propiedad de la tierra.

En 1921 se traslada a Valencia, donde desarrollará una segunda etapa profesional. Aquí, se enfrenta a otros problemas y elaborará diferentes estudios técnicos sobre el sector vitivinícola y sobre el cultivo del ta­baco, participando, también, en congresos nacionales e interna­cionales y adquiriendo un creciente reconocimiento profesional. Se ocupa, igualmente, de los problemas sociales y económicos de los viticultores y vinateros fomentando el cooperativismo. De esta forma, realizará una destacada labor de extensión agraria y promoverá la organiza­ción de los pequeños y medianos propietarios para la defensa política de sus intereses, como la Unión de Viticultores de Levante y la Confederación Nacio­nal de Viticultores. Esta etapa culmina con su nom­bramiento como director del Servicio del Cultivo del Tabaco en 1926 y su traslado a Madrid. 

Con la proclamación de la Segunda República dará comienzo su etapa de mayor proyección pública, al ser destinado al Servicio de Parcelación y Colonización Interior y quedar vinculado al pro­yecto de Reforma Agraria. En 1931 es nombrado miembro de la Comisión Técnica Agraria, colaborando en la preparación del Anteproyecto para la solución del problema de los latifundios. Paralelamente, ter­minará su obra: La Reforma Agraria. Problemas funda­mentales. Es también en ese año cuando realiza un fugaz paso por la política al presen­tarse como candidato al Congreso de los Diputados por Sevilla, en una candidatura regionalista.

Al año siguiente, Carrión se integrará en la recién creada, Junta Central de Reforma Agra­ria, de la que será vocal y secretario, aunque por muy poco tiempo, al quedar apartado a causa de sus discrepancias con las nuevas propuestas de reforma, tras el abandono del Anteproyecto de la Comisión por parte del Gobierno. Su separación coincide con la publicación de su obra más notable, Los latifundios en España, que, como destaca Barciela, es uno de los libros destacados en la bibliografía agronómica española de todos los tiempos. 

Por otra parte, será destinado a la Esta­ción Agronómica de Madrid donde retomará su interés sobre la vid, el tabaco y los proble­mas de previsión social. Además, en 1934, ganará por oposición la cátedra de Economía Política y Economía Agra­ria y sigue participando, muy activamente, en diversas reuniones científicas nacionales e internacionales.

Durante la Guerra Civil volverá a Valencia y asumirá la jefatura del Servicio de Enseñanza y Di­vulgación del Instituto de Reforma Agraria, partici­pando en la creación de granjas escuela. Pero, acabada la contienda será encarcelado y sometido a expediente de depuración. Aunque se le permitirá la reincorporación al servicio, se le inhabilitará para el desempeño de car­gos de responsabilidad y se le aparta de la cátedra. Sin embargo, en 1941, es nombrado director de la Estación de Vi­ticultura de Requena, puesto en el que permanecerá hasta su jubilación en 1961. Precisamente, por su una importante labor técnica, de extensión agraria, de fomento del cooperativismo y de divul­gación, esta ciudad le dedicará la plaza junto a la academia citada. 

Añadir, también, que, en 1946, funda la revista La Semana Vitivi­nícola y seguirá participando en congresos, hasta llegar a 1964, cuando retorna a la enseñanza universitaria en la Escuela Técnica Supe­rior de Ingenieros Agrónomos de Valencia. A partir de 1969, desarrollará unos años de notable actividad pública, impartiendo conferencias y seminarios sobre la re­forma agraria de la República y recibirá el homenaje de diversas instituciones. Además, al inicio de los años setenta, publicará: La reforma agraria de la II República y la situación actual de la agricultura española (1973), un libro recopi­latorio de sus trabajos y una segunda edición de Los latifundios en España (1975).

Otro nombre ilustre, pues, a destacar en la historia de nuestro pueblo que dejó su impronta en uno de nuestros edificios más emblemáticos y de mayor valor patrimonial.

JCM

Centro de Estudios Chivanos (CECH)

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