Hace unas semanas destacábamos, en un artículo de esta sección, un precioso y singular “cántaro de novia” chivano que descubrimos en la importante colección Barros con Alma, de Luis Porcuna Chavarría, que expone gran parte de sus fondos (1500 piezas de cerámica de entre los siglos XVI-XX) en el Convento de las descalzas de Osuna (Sevilla). Sin embargo, pasamos por alto otra pieza de nuestros alfares, eso sí más humilde y menos significativa, pero, también, muy interesante, que también acoge esta colección: una típica tinaja.
Esta vasija no tiene asas ni cuello, tiene forma de peonza, terminada en una generosa base y es de un tamaño medio (76 cm. de alto) y boca ancha (45 cm.). Además, sus paredes son gruesas, con decoración de líneas incisas con caña o peine, unas rectas y otras, en la panza, onduladas, como es tradicional aquí. Así mismo, destaca por su vidriado en el interior, labio y mitad de la panza, con el característico barniz verdoso (junto con el melado) de nuestras alfarerías, lo que significa que serviría para contener algún líquido, como aceite.
Seguramente es de mediados del siglo XX y tiene el cuño del alfar de la familia “Casaña”; una de las familias chivanas, junto a los Martínez, los Saus o los Muñoz, que se dedicaron a esta artesanía. Y uno de los dos talleres de cerámica que, actualmente, quedan en la población de los varios que existían en el pasado siglo, configurándola como uno de los principales centros cerámicos de nuestra región. Un edificio de alto valor histórico y etnográfico que todavía se mantiene, casi intacto, a los pies de las “escalericas Cambra”; una pieza de nuestro patrimonio más significativo que, lamentablemente, todavía no cuenta con ningún tipo de protección.

Volvemos, pues, a dar las gracias a la familia Porcuna por reunir pacientemente y salvaguardar, a lo largo de dos generaciones, este gran tesoro de piezas de cerámica en la que encontramos las piezas chivanas mencionadas. De esta forma demuestran una sensibilidad por este arte, mucho mayor de la que en nuestro pueblo hemos tenido tradicionalmente, pese a ser elementos vitales que han conformado nuestra idiosincrasia, nuestra memoria.
Igualmente, y para cerrar este texto, reclamamos un espacio público que reúna esos nobles vestigios, de formas y pátinas únicas que todavía reflejan el alma de nuestro pueblo.
*Imagen extraída de la web: www.barrosconalma.com
JCM
Centro de Estudios Chivanos (CECH)