Como ya descubrimos en un pequeño artículo de Facebook, en 1697 y bajo el gobierno de los Moncada, se fundó la Capellanía de la Virgen del Castillo en la parroquia de Chiva. Gracias a algunos legajos del Archivo de la Fundación Ducal de Medinaceli (ADM), sabemos que esta institución, la promueve Clara Estanaga, viuda de Luis Teruel, en favor de su hijo Timotheo Teruel, comprometiéndose, entre otras cosas, a dar a la villa una cierta cantidad de dinero; también para la pensión del capellán. Por cierto, entre las obligaciones del concejo, parece que está el dedicar parte de ese fondo a “celebrar la fiesta principal de Nuestra Señora el día 8 de septiembre” en el caso de que no hubiesen devotos.
Hay que recordar que la capellanía o beneficio eclesiástico es una «institución hecha con autoridad de Juez Ordinario y fundación de rentas competente con obligación de Misas y algunas con asistencia a la Horas Canónicas. Las hay colativas, perpetuas y otras ad nutum amovibles.» Así, el capellán servía la capellanía levantando las cargas, como la celebración de matrimonios, número de misas en fiestas particulares, otra institución benéfica, e incluso, prestando su trabajo religioso al servicio de personajes de la Nobleza.
Fundamentalmente eran obras pías instauradas en la Iglesia católica, mediante las cuales el fundador, generalmente una persona acaudalada, dejaba en su testamento una cantidad de dinero que se ponía en renta, para que con las ganancias se pagara la realización de un número determinado de misas por la salvación de su alma. De origen medieval, las capellanías tuvieron gran auge en España, Portugal y sus reinos en América durante los siglos XVI, XVII y XVIII. En esto tuvo mucho que ver la cultura del barroco que hizo énfasis en la muerte, el Purgatorio y la salvación del alma.
La contribución de los laicos en las donaciones de capellanías y obras pías y en las fundaciones de capellanías fue muy importante, creando una estructura de apoyo y solidaridad mutua, intentando asegurar no sólo el bienestar del donante en el «más allá» sino, además, el de su familia y allegados en el «más acá».
En virtud de que la mayor parte de las manifestaciones piadosas tenían un sustrato económico y de que, por otro lado, cada fiel contabilizaba las indulgencias obtenidas, algunos historiadores han acuñado el término de «economía espiritual» y plantean que las actividades a favor del alma constituían una inversión para obtener una posición mejor en el otro mundo.
Por otra parte, y en este sentido, sabemos que Timotheo Teruel (Thimo Terull), falleció el 1 de enero de 1702, según consta en una lápida colocada en un banco de yeso existente en la sacristía de la ermita de la Virgen del Castillo. Así mismo, como hemos insinuado, su familia debía de ser adinerada, pudiendo ser descendiente de Francisco Teruel, propietario de una de las grandes masías del término, tal y como recoge el censo de 1646 que encontramos en el Archivo del Reino de Valencia. Éste apellido no es común en Chiva, pese al origen aragonés de muchos de los repobladores de esa época; y es el único “Teruel” que encontramos en nuestro territorio, con lo cual, nos inclinamos porque podría ser el antecesor de Luis y su hijo Timoteo.
Sí aparecen otros apellidos más comunes en ese padrón de nuestra villa, y que todavía perduran como: Blay, Blasco, Carrión, Celda, Cervera, Corachán, Esteve, García, Higón, Lahuerta, Lacalle, López, Madrid, Mañez, Martí, Martínez, Mateu (Matheu), Mergos (Margós), Monzó (Monso), Muedra, Muñoz, Murciano, Navarro, Ortiz, Pastor, Pérez, Redondo, Rodrigo, Ruiz, Sáez, Salvo, Sancho, Zanón (Sanon), Sanz, Sylvestre, Tarín, Valavasquer, Vergara o Ximeno, por ejemplo.
Por último, reseñar que tenemos más noticias de esta institución en 1851. Sabemos que el 16 de febrero de ese año, el día después de bendecir la ermita, tras su reforma, se nombró capellán a Fray Domingo Cano, el que fue presbítero del antiguo convento franciscano de Chiva y natural de Beniganim. Ese día festivo se subió al ermitorio la Virgen del Castillo, en procesión, entre las entusiasmadas aclamaciones de los chivanos.
Para finalizar, tendríamos que destacar que es a principios del siglo XVII (1612), justo cuando se descubre la imagen de la Virgen del Castillo, parece que de labra visigoda y que parece que se veneraba, antes de su desaparición, en la capilla que ya en tiempos de Berenguer de Entença, en el siglo XIII, existía en la fortificación. Igualmente, reseñar que en es en esta época, cuando Gastón de Moncada trae a Chiva las reliquias de los santos Alejandro y Macario, patrones de la población (“Santos Medios”), concretamente en 1611. Coincide este periodo con la expulsión de los moriscos (1609) y la nueva repoblación que promovió el señor de Chiva (carta puebla 1610). Además, en 1612, también se instala en la villa la orden franciscana, construyéndose el grandioso convento de San Luis Obispo, antes mencionado, auspiciado por el hijo de Gastón: Francisco de Moncada, Marqués de Aytona, literato, historiador y diplomático, que fue hombre de confianza del rey Felipe IV y llegó a ser gobernador General de los Países Bajos.
JCM
Centro de Estudios Chivanos (CECH)