Numerosos documentos, desde el siglo XV, nos hablan del pasado ganadero de nuestro pueblo con un extenso término y una ubicación privilegiada. Por ejemplo, Escolano comentaba a mediados del siglo XVIII: «Su campo es el mayor que se sepa de ningún otro lugar del Reino, porque dicen que se extiende a más de ocho leguas, con muchos pastos y aguas de fuente para ganados por donde está siempre cubierto de ellos».
Como señala Francisco Pérez en su libro Recuperación histórica de las vías pecuarias de la Baronía de Chiva, «en los censos de trashumantes del siglos XVI Chiva es uno de los términos de Valencia que más ganados turolenses recibe por su extensión territorial. Un espacio que incluye, no solo a la parte alta de la sierra, que podía albergar más de 6000 cabezas de ganado caprino, lanar o vacuno; sino, como vemos en legajos del siglo XV, otras zonas de pastos en zonas «laborizadas» como el Pla de Quart, el Murtal y Paretes (Altico Paredes/ Paridera Herráez) en la zona de Godelleta; también la dehesa de Perentxisa (Hoy compartida con Torrente – no hay que olvidar que los límites de la Baronía, hasta mediados del siglo XIX, incluían al lugar de Godelleta y, prácticamente, la mitad del término del actual Torrente, incluida la Masía del Juez-).
Miles de reses, locales y, sobre todo, foráneas, pues, pastarán nuestros montes, hasta que llegue el declive de la actividad ganadera trashumante, a mediados del siglo XX. En ellos sobresaldrán múltiples veredas, cañadas, cordeles, azagadores, corralizas, parideras, majadas o abrevadores. Nuestro término, de ricos pastos y abundante agua, se convertirá en el punto de encuentro de los ganados de Cuenca, Teruel y Valencia mezclándose, por ejemplo, ovejas de diferentes razas aragonesas, Merinas, Manchegas o Guirras. Ganados que serán fundamentales para abastecer de carne, leche y otros productos a la ciudad de Valencia.
Pero en esta ocasión, nos vamos a centrar en el ganado caprino, por la singularidad que aportará a nuestro territorio. Las cabras que pastaban en Chiva eran, en su mayoría, blancas, fuertes y adaptadas a la accidentada orografía, pero con menos leche que las de otras agrupaciones raciales. Sin embargo, su piel era muy apreciada, como refleja la publicación La gaceta industrial, editada en Madrid en 1866. Ésta, en su segundo tomo, recoge un interesante artículo de Las Provincias sobre la participación de Valencia en la Exposición Universal de París y, entre otras aportaciones de nuestra región subraya el cuero de nuestras cabras: «En cuanto a pieles de cabrito, podemos disputar el primer lugar con seguridad, pues las de la sierra de Chiva, son las más buscadas para la guantería, por los comerciantes franceses».
Como sabemos, este material curtido es muy valorados para el arte de la marroquinería por su delgadez, flexibilidad y resistencia, permitiendo la precisión y calidad requerida para la elaboración de ciertos productos de la industria de la moda, como monederos, billeteras, calzado o guantes, entre otros; también para encuadernaciones, instrumentos musicales de equitación o tapicería, dependiendo del tipo de cuero.
El de Chiva, podría haber sido adquirido para los talleres del sur de Francia, que históricamente han manufacturado guantes de gran calidad; por ejemplo, como podemos ver, actualmente, en el famoso Museo del Guante de Millau.
Además, también se menciona en el mismo párrafo la fábrica de guantes del Sr. Masfarner indicando que se espera que vuelva a «añadir nuevos premios a los adquiridos en otras exposiciones». Esta empresa pertenecía a Juan Masfarner, guantero de cámara de SS.MM, estaba ubicada en la Calle del Mar, de Valencia y, posiblemente, también utilizara la piel de las reses de nuestro pueblo, cuya sierra, es la más cercana a la ciudad del Turia.
Por otra parte, igualmente, podemos añadir que, en el artículo mencionado, además, se destacan diferentes artesanías como las fábricas de abanicos, pianos, los trabajos de palmas, la industria de la seda, de paños, de instrumentos agrícolas, de maderas, etc. Pero también algunos productos de nuestra zona, como la chufa, el arroz, las naranjas y limones o los vinos de Cheste, Muro, Murviedro, Turís o Portacelli, así como los de la bodega de la masía de la Constancia en el Pla de Cuarte; o los «aceites exquisitos llamados brillantes» del mismo llano, o de Buñol, Liria, Torrente y Chiva.
* Foto Cueva del Casuelo. 1963. Archivo Nieves Miró Escartí.
JCM
Fecha de publicación: 04/05/2022