En la primavera de 2013 comisarié una ambiciosa muestra homenaje al gran escultor valenciano Rafael Pi Belda, en el Espai Metropolità d’Art de Torrent (EMAT): El valor humà. Entre las obras que aparecen en el amplio (casi cien páginas) y cuidado catálogo (destacada en portada) está una que hoy, y con otra perspectiva histórica, cobra, para nosotros, otra dimensión más allá de lo artístico o lo emocional; se trata de la obra: El granerer.
Este bronce de 220 cm de altura y que fue realizado en 1999 ocupa un lugar destacado en una concurrida plaza de la ciudad vecina y aparece en la portada de la publicación editada por su Ayuntamiento. Además, en los créditos se reseña que esta figura es representativa de una actividad ya desaparecida en Torrente: la elaboración de escobas. Una faena tradicional homenajeada en esta localidad y que, curiosamente, también relaciona a este municipio con nuestro pueblo.
Así pues, en el Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia, encontramos, en la pasada campaña, dos expedientes de 1843-44 que desestiman las solicitudes de dos de estos particulares, José Marcilla y Miguel Simó, de Torrente sobre corte de palma en el término de Chiva. Estas resoluciones especifican que deberán especificar el tipo de monte en el que van a realizar esta dura y noble labor.
Por un lado, hay que reseñar qué para la elaboración de este tipo de escobas, había que
recolectar, en el monte o en los barrancos, la materia prima, esto es la palma y también los cogollos y un cabo de madera. Una recolección que, parece, hay que hacer en verano y, posteriormente, guardar las hojas en un lugar seco hasta su deshidratación. Es en esa época, precisamente, cuando se dictan las sentencias, los dos años seguidos.
Por otra parte, hay que destacar que en estas fechas el término de Chiva llega muy cerca del casco urbano de la población vecina, pues no es hasta la aplicación de la Real Orden de 26 de marzo de1867, como nos recuerda el magistrado y amigo Juan Mejías (artículo en el nº 8 de la publicación Átame), cuando se amplía el término del Torrente, a costa de parte del nuestro. En ese momento perderemos lugares tan emblemáticos como una parte de la Sierra de Calicanto o la Masía del Juez.
Este último poblamiento que limitaba con Aldaia, como nos recuerda Mejías conserva vestigios desde época romana y todavía atesora una iglesia dedicada a San Vicente Ferrer, que fue creada como vicaria filial de Chiva en 1715 y formaba parte del antiguo palacio señorial (derribado en 1941). Además, este templo, fue visitado por el propio santo antes citado y por San Luis Beltrán, al que se le atribuye un milagro del que hablaremos en otra ocasión.
Efectivamente, más adelante dedicaremos otro artículo a esta masía histórica tan nuestra, pero ahora, para acabar este artículo dedicado a los escoberos de Torrente que recogían palmito en nuestro término, destacar otra casualidad. Y es que uno de estos dos artesanos mencionados en los litigios se apellide, curiosamente, como el encargado de la dirección técnica y del diseño de la exposición y del catálogo de la muestra citada: el destacado artista torrentino y, también amigo, Eugenio Simó Muñoz. Le invitamos a investigar, pues, entre sus ancestros… Eso es lo que intentamos hacer en el CECH, volver la vista atrás hacia nuestro significativo pasado, para conocernos y reconocernos, reconciliarnos; para tomar aire e impulso, con más decisión, hacia adelante.
JCM
Centro de Estudios Chivanos (CECH)