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¿Sabías que los moriscos de Chiva fueron embarcados, para ser expulsados de España, en el puerto de Vinaroz?

 En el artículo anterior hablábamos de los antecedentes de la expulsión de los «moriscos», en nuestro territorio, a través de una serie de documentos y de libros que hemos ido recopilando desde el Centro de Estudios Chivanos (CECH). Entre ellos podemos citar, también, un legajo del Archivo Ducal de Medinaceli, donde se enumera una «relación de las cosas que han quedado en Chiva tras la ida de los moriscos»: ganado, dinero, cabalgaduras, cereales, etc.

Hay que reseñar que solo escaparon a este destierro algunos de estos «cristianos nuevos» valencianos, como señala Atienza Peñarrocha; de hecho, los niños pequeños pudieron quedarse y así fue en algunos casos. Unos fueron adoptados por familias cristianas y otros fueron al Colegio Imperial de niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, que tuvo que ser ampliado para la ocasión y, en consecuencia, trasladado extramuros de la ciudad de Valencia.

Después del bando de expulsión, muchos moriscos de nuestras comarcas decidieron huir y esconderse en la muela de Cortes, donde se sublevaron. Allí llegaron a refugiarse entre 6.000 y 20.000 con sus ganados, llegando a apoderarse, también, del Castillo de Bicorp, aunque era evidente que no podían resistir. Así, la Muela fue desalojada por el gobernador de Játiva Don Francisco Milán, al mando de las tropas del Tercio de Lombardía.

Sarthou Carreres cuenta que tres de los insurgentes fueron ajusticiados en Chiva por oponerse a la expulsión: Luis Arif, Pedro Urbell de Yátova y Xixament de Chiva. Sus cuerpos fueron quemados por la inquisición.

Según Henry Lapeyre, los moriscos de Chiva, unos 1.500 tuvieron que abandonar sus casas y sus campos y marchar a su punto de embarque: el puerto de Vinaroz. Allí estaban nueve galeras de España y diez genovesas, al mando de Don Pedro de Toledo. En Vinaroz se encontraban más de 5.000 moriscos de las comarcas del Palancia y del Millares, con lo cual, los de Chiva no cabían en las galeras. Así, Don Pedro zarpó el cuatro de octubre de 1.609, pero una tempestad le obligó a regresar a Los Alfaques, donde embarcó 450 más, de las comarcas antedichas, recalando, ante el mal tiempo, en Cartagena. Los moriscos chivanos tuvieron que esperar aún a finales de octubre o finales de noviembre, a las galeras de Cataluña y de Girolamo Doria que los desembarcó en Orán.

Pero el suplicio no acabó, para gran parte de nuestros paisanos, al llegar a esta ciudad que estaba bajo la dominación española, parece que les esperó un desastroso desembarco, ante la falta de previsión de las autoridades. Así mismo, no todos tuvieron la acogida que se esperaba. Los ataques, robos y maltratos a los moriscos desterrados se hicieron notables y frecuentes desde el principio; incluso su expulsión a otros lugares cercanos. Además, estos recién llegados, vestidos a la cristiana, hablando castellano y convertidos al cristianismo hacía ya tiempo, despertarán un gran recelo entre los argelinos.

Eso sí, parece que, muchos de ellos, serán pronto asimilados, gracias a los excelentes precedentes establecidos en la ciudad por sus antecesores en el exilio a lo largo del siglo XVI, al igual que en otros asentamientos de los andalusíes, en toda la costa magrebí. Además, superados esos prejuicios y problemas iniciales, los exiliados introducirán con ellos nuevas técnicas en casi todos los sectores, siendo su aportación fundamental en el florecimiento económico, urbano, social y cultural de la Argelia del siglo XVII. Todo lo contrario que sucedió en nuestros territorios con la perdida de esta población especializada en diferentes oficios y poseedora de una riquísima cultura.

Su contribución en la agricultura, la artesanía, en las letras o en el campo de las artes y las ciencias, en su nuevo destino, fue vital; sobre todo en las matemáticas o la medicina. Hay que recordar el prestigio de los médicos y cirujanos musulmanes en la península, pues, como señala Ferragud Domingo, incluso Felipe II hizo llamar a un médico morisco para curar a su hijo Felipe III, el mismo que ordenó la expulsión final de los viejos pobladores.

*Nota: La imagen que ilustra el artículo es el cuadro «Embarque de los moriscos en el puerto de Vinaroz» de Pere Oromig y Francisco Peralta.

JCM

Fecha de publicación: 09/02/2022

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