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¿Sabías que pasó con el “tesoro” que Lorenzo Latorre Blay dejo enterrado en Monserrat?

En el artículo anterior repasábamos, la trayectoria vital y política de Lorenzo Latorre Blay, que fue Presidente, durante unos meses críticos de la última guerra civil, en 1939, de la Diputación Provincial de Valencia. Concluíamos el artículo insinuando el episodio misterioso del enterramiento de una caja con un pequeño «tesoro» en la casa que vivió, durante un periodo de tiempo, en Montserrat.

También hacíamos mención a la represión que sufrió tras el citado conflicto bélico. Así, como nos cuenta su hija Armonía, en Lorenzo Latorre Blay. Historia de un socialista, en 1942, una vez fuera de prisión, tras cumplir tres años de condena, tuvo que dejar su trabajo en la empresa que construía el pantano de Benagéber, al sospechar que algunos trabajadores podrían estar ayudando a los maquis que se refugiaban en estas montañas. Al ser uno de los que levantaban sospecha, decidió trasladarse a trabajar a la Estación Pirenaica de La Molina, en la construcción de un hotel.

Allí, como señala Manuel Mora, en un artículo publicado en el programa de las Fiestas de septiembre de 1982, transcurren sus días tranquilos, pero la proximidad con Francia le indujo a ir estudiando detenidamente su huida al país vecino: «Jamás llegó a realizarlo porque fue traicionado por un compañero de la misma obra, lo que le supuso la inmediata detención y su traslado a la cárcel de Arrancapinos, donde le fueron aplicados todas las técnicas de tortura más sofisticadas. Los interrogatorios estuvieron motivados por la presencia de maquis en la zona pirenaica por aquellas fechas. De Arrancapinos pasó a la cárcel Modelo y de allí trasladado finalmente a San Miguel de los Reyes, donde fue liberado, suponiéndole todo esto tres años más de condena».

El mismo cronista relata que «Tras penosas peripecias, se vino de nuevo a vivir a Chiva. El último trabajo en el que intervino fue en la construcción del desvío de la Carretera Nacional III Madrid-Valencia a su paso por Chiva. La muerte le aconteció el día 9 de mayo de 1953, cuando contaba 61 años de edad. Era sábado por la tarde y el pagador de la empresa no había llegado a la hora convenida. Preocupado nuestro paisano por la realidad de que los trabajadores no habían cobrado, subió a la terraza de su casa para verlo venir. Resbaló de la escalera de mano y cayó hacía atrás golpeándose con la cabeza en el suelo y desnucándose. La muerte le sobrevino en el acto. La misma tarde en que tuvo lugar el desdichado accidente fue llevado al cementerio, siguiéndose un itinerario no acostumbrado. Le condujeron por las afueras de la población, acompañado solamente por los familiares más allegados. Las autoridades prohibieron tajantemente que se sumaran al duelo amistades y amigos. Fue enterrado en el cementerio civil».

Ya en mayo de 1978, la Agrupación Socialista de Chiva le rindió un póstumo homenaje en la necrópolis donde fue enterrado, siendo sus restos trasladados del cementerio civil al general, donde definitivamente descansan. A partir de estos años, se sucedieron una serie de actos y homenajes a la memoria de nuestro paisano, como la rotulación con su nombre de una calle.

Cabe destacar también el que tuvo lugar el día 6 de noviembre de 1981 en el Salón de Cortes de la Exma. Diputación Provincial de Valencia, con la presentación de los retratos de dos presidentes pertenecientes a la época de la II República: la del turolense Juan Murria Dolz y la de Lorenzo Latorre Blay, cuyos retratos no figuraban en la Galería de Presidentes de la Diputación. El acontecimiento estuvo presidido por el Presidente de la Diputación y a él asistió la Corporación en pleno de nuestro Ayuntamiento y los representantes del P.S.O.E. de Chiva y su comarca, así como numerosos de conocidos.

Pero antes de concluir, vamos a volver un momento a la peripecia que citábamos al principio sobre la caja que dejó enterrada en Monserrat en 1939, en el breve periodo que residió allí, por motivos laborales. Así, según Armonía, parece que este arcón, fabricado por él mismo, tenía unas dimensiones de un metro, por metro y medio y fue enterrado en el corral. Allí escondió documentación comprometida, así como algunos libros, entre los que se encontraba una colección de novelas de Blasco Ibáñez. También periódicos o fotografías como la de Pablo Iglesias, que recibió, en mano, del propio fundador de su partido.

Antes de morir, Latorre había dejado un testamento con un plano que indicaba el lugar exacto del enterramiento y el contenido de ese arcón. Así que, con el advenimiento de la democracia, éstos se trasladaron a Montserrat a recuperar esa caja con los recuerdos de su padre. Según relata Armonía, el dueño de la casa se mostró poco colaborador y tuvieron que recurrir al Ayuntamiento que les aseguraron que se pondrían en contacto con ellos en el momento que empezaran las obras de las dos viviendas que estaban en proyecto para construir en ese espacio, por los nietos del propietario. Al final, parece que no se dio ese aviso como correspondería y no pudieron estar presentes en esa ocasión. Posteriormente, tras insistir, como cuenta la hija de Latorre, se les comunicó que en el acta de la policía figuraba que la caja que apareció en las obras solo contenía «unos simples trozos de papel de periódico que, por lo que se puede leer, eran franceses, completamente estropeados por la humedad».

El Cronista de Montserrat, Marcos Campos, lo refleja de forma parecida, aunque no exactamente igual, en un artículo del número 35 de El Portell (Boletín de información municipal), titulado «El tresor ocult» (año 2003). Para este erudito local, cuando la familia solicitó que se buscara la caja, tras el cambio político, «los propietarios de la vivienda de una manera lógica y normal se negaron a que se hiciera ningún tipo de excavación y destrozo en el inmueble»; también añade: «Hace poco, Armonía, ya octogenaria, no quería dejar este mundo sin cumplir la voluntad de su padre de recuperar el materia, y lo va a poner en conocimiento de los ayuntamientos de Chiva y Monserrat por si podían interceder en la gestión. Y desvela: «Recientemente se realizaron obras de nueva construcción en la casa, y antes de hacer los fundamentos, los actuales propietarios, sabedores del asunto, dieron el pertinente aviso. Reunidos los responsables de la regidoría de Cultura, con el plano en las manos, era la hora de descubrir que ocultaba aquel subsuelo. Estaba también en el lugar la policía local para levantar acta e inventariar los posibles hallazgos. Se va rescatar una caja, de aproximadamente las dimensiones de una caja de zapatos, que contenía una masa solidificada de papeles totalmente deteriorados por la humedad y el trascurso de los años, a simple vista, escritos y retales de diarios de difícil reconstrucción».

Como señala Armonía en su libro, evidentemente, lo que apareció en esa casa no era lo que Latorre dejó enterrado. El tesoro del último presidente de la Diputación en periodo republicano, de nuestro ilustre paisano, sigue desaparecido, parece que para siempre.

*Imágen: Cróquis de la casa que dibujó Lorenzo y que aparece en el libro de Armonía: Lorenzo Latorre Blay. Historia de un socialista. Premio Otoño de Ensayo Comarcal «Villa de Chiva», 2005. Ed. Ayto. Chiva.

JCM

Fecha de publicación: 19/05/2022

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