Como hemos mencionado en otras ocasiones, el templo de San Juan Bautista de Chiva está considerado, por los especialistas, el mayor y más representativo museo «vergariano». José Vergara Gimeno (1726-1799), el pintor valenciano más relevante de la segunda mitad del siglo XVIII, estuvo trabajando aquí, desde 1769 hasta 1790, conservándose obra suya en todo tipo de soportes y técnicas.
Así, aunque destacó como fresquista, en Chiva dejó excelentes testimonios de su virtuosismo en tablas y lienzos que formaban parte de grandes retablos, algunos funcionando como bocaportes, como el propio lienzo de la predicación del bautista (437 x 280 cms.) que se ubicaba en el altar mayor, delante de la fantástica escultura de José Esteve Bonet que todavía mantiene su primitiva ubicación en el presbiterio.
Precisamente, hace unos meses y en plena campaña de investigación del Centro de Estudios Chivanos (CECH), descubrimos un grabado que conserva la Biblioteca Nacional de España (BNE), que podría haber servido como boceto para uno de estos retablos, en concreto para el de la «Trinidad». Según consta en este archivo, Vergara realizó el grabado en 1769, cuando se concretaría gráficamente el complejo programa iconográfico de la decoración de iglesia, totalmente contrarreformista. Un plan simbólico que giraría en torno a la exaltación del titular del templo y la Iglesia triunfante; entre otros se ensalzaría este controvertido tema del misterio de la triple naturaleza de Dios.
En la hoja se reproducen dos dibujos sobre papel agarbanzado vejurado, de 276 x 605 mm, realizados con pluma, pincel, compás, tinta y aguadas grises. En uno de ellos podemos ver la planta del retablo, mientras que el segundo representaría el alzado. En la calle central es donde vemos esta escena de la Trinidad, que Vergara materializará en un óleo que hoy en día cuelga en una de las paredes del trasepto. Además, haciendo pendant o pareja con éste encontramos otro gran cuadro de las mismas dimensiones (270 x 171), en la parte opuesta de ese crucero. Éste es el de La Dinastía de Jesús; o sea la Sagrada Familia (Jesús, José y María) o Santa parentela, entendida como una Trinidad en la Tierra. Sería la imagen principal de otro gran retablo confrontado y relacionado con en el primero.
Así mismo, se conserva en la parroquia otro cuadro de la «Trinidad», recientemente restaurado, probablemente, del propio pintor valenciano o de uno de los discípulos que trabajaron a sus órdenes en Chiva. Igualmente, vemos la misma temática en otros dibujos que conserva el Museo de Bellas Artes de Valencia.
Por otra parte, en la parte central del grabado de la BNE, pero en la parte superior, se observa la escena del beato Simón de Rojas recibiendo de la Virgen el cíngulo de la castidad; a cada lado, además, irían, según este boceto del teatral y fastuoso retablo barroco, las imágenes escultóricas de la Fe y la Prudencia.
Esta escena no se llegó a materializar para la iglesia de San Juan, pero si una similar y de formato exacto donde se representa el mismo santo, «Apóstol del Ave María», junto al anagrama de la Virgen que, también, flota en el cielo.
En el libro Un cielo en la tierra. La obra pictórica de Vergara en Chiva, tras el análisis iconográfico, barajamos varias hipótesis debido a la dificultad de desvelar su identidad. Por el hábito trinitario, su postura de arrebato místico o por su posible relación con nuestro pueblo o con el titular del templo, entre otras razones, argumentamos que este santo podría ser Pascual «Bailón», Domingo de Guzmán o Juan Bautista de la Concepción. Pero, este grabado nos saca de nuestra confusión, pues a la vista de la escena del retablo, desde luego, apostamos porque se trata de Simón de Rojas, fundador, en 1612, de la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María. Una figura, la de la madre de Jesús, muy cuestionada por los reformadores protestantes y que en nuestra iglesia aparece ensalzada (al igual que la de diferentes santos, que, también, eran vistos como vestigios de anteriores cultos paganos).
Por último, señalar que en la parte inferior del conjunto aparece la imagen de San Antonio con el niño Jesús (no sabemos si se diseñaría para ser incluida en forma escultórica o pictórica), pues éste se le apareció cuando era aún un fraile y se encontraba rezando en la soledad de su habitación. Tampoco es de extrañar la presencia de este teólogo portugués, con mucha devoción en el pueblo por varias razones. En primer lugar por ser franciscano (no hay que olvidar la presencia de un gran convento de esta orden en Chiva) y la segunda, porque está considerado el más grande taumaturgo o curandero (hay que recordar que estamos en época de epidemias). También su representación en esta iglesia, es debida a su destacado papel a la hora de predicar y combatir contra las herejías; de ahí su carácter viajero que le llevó a morir en Padua, de donde cogió su sobrenombre.
En nuestro pueblo se ha celebrado tradicionalmente fiestas en su honor, sufragada y organizada por los vecinos de la calle que tenía dedicada, de la misma forma que lo hacen aún hoy los de San Miguel o la Virgen del Pilar; con misas, pasacalles y serenata. Antiguamente las organizaba la Cofradía de San Antonio (como las que programaba la de San Isidro), que siempre fue muy numerosa y repartía, entre sus miembros, los típicos «rollos» que, hoy, se reparten en la misa a todos los asistentes.
Un retablo, pues, el que hemos descubierto en la BNE, que nos ayuda a descifrar el significado y los valores alegóricos de algunas de las monumentales representaciones de la iglesia de San Juan, que tanto nos impresionan. Imágenes arquetípicas que pueden tener diferentes lecturas, deferentes acepciones; que nos introducen en ese gran universo simbólico, en ese sorprendente y misterioso cosmos que invita a la aventura y a la reflexión.
JCM
Fecha de publicación: 09/06/2021