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Urrea, Marjana… otros espacios singulares amenazados (I).

     En textos anteriores, de esta sección de fin de semana dedicada a nuestro patrimonio natural, hemos hecho referencia a diferentes topónimos de origen prerromano o latino, relacionados con la zona afectada por el proyecto de parque solar fotovoltaico, como la misma palabra «Brihuela» o «Briguela», «Cutanda» o La Incolla.

Ahora vamos a destacar otros dos espacios que, si bien, en un principio, no están directamente afectados por esta gigantesca planta, si se comenta que están produciéndose movimientos para instalar en ellos infraestructuras similares: Urrea y Marjana.

En concreto en la primera parte de este artículo, analizaremos el primero de los términos, que también podría derivar del idioma íbero, que al parecer, era similar al euskera (incluso algunos estudiosos, como Francisco Berlanga, hablan del «iberoesuskera»), como por ejemplo vemos en la palabra «Turia». Un término que podemos asociar al vascuence «Zuria» o «Suria» (blanco); ya que a este río se le conoce hasta llegar a la Serranía, como el «río blanco» o Guadalaviar (que significaría lo mismo en árabe). En este sentido, según E. Bascuas «hay una hidronimia común a toda Europa que, a pesar de contar con unas raíces y un sistema morfológico claramente indoeuropeos, no es específicamente itálica, ni griega, ni balto-eslava, ni germánica, ni céltica». La lengua de esa hidronimia es conocida en España, desde los trabajos de H. Krahe con el nombre de «paleoeuropeo». Y añade: «Según la doctrina que a partir de la obra de C. Renfrew va imponiéndose, esta primera hidronimia indoeuropea, anterior a las lenguas históricas, nació y se difundió con la cultura neolítica, esencialmente asociada a la agricultura. Esta población tuvo, en expresión de F. Villar, la masa crítica suficiente para crear el sistema hidronímico que había de perdurar hasta nuestros días».

En concreto el término «Urrea», pues, podría tener también algo que ver con el agua. Por esta zona, además de la rambla que nace aquí y lleva el mismo nombre, pasa el principal acuífero que baja de la sierra (el barranco Grande). Estamos en una zona, también rodeada de clochas, balsas o abundantes fuentes, como la de Viñas o La Incolla, entre otras.

De hecho, este topónimo, podría derivar del hidrónimo paleoeuropeo «ur» (en el Diccionario etimológico vasco in español-francés-inglés, también se señala que es una antigua palabra eurasiana), que generalmente se entiende como variante de la raíz «er» (fluir, moverse), como señala el propio Bascuas. No faltan ejemplos en la península, como los ríos Urrio (Navarra), Urría (Burgos) o Urría y Uría (Asturias); y fuera de ella como Uria (Apulia, Italia). «Ur», significa «agua» en Euskera, y «Urium», además de un río de la Bética, según Plinio, también hace referencia al lodo que arrastra la corriente del río; una palabra latina de procedencia ibérica según Ernout-Meillet. Algunos investigadores a «urrea», pues, también le darían un significado de «agua que fluye» (o sea «río»), uniendo la palabra paleoeuropea «ur» (agua) y «rea» (del indoeuropeo) que significaría «fluir».

Por otra parte y en esta línea, hay que destacar que en Aragón existen dos poblaciones que tienen nombres compuestos de Urrea más el hidrónimo: Urrea de Jalón y Urrea de Gaen. Aunque este término podría asociarse a otro significado de una palabra vasca similar: «hurrean» («cerca»). Esto podría explicar porque se utiliza en nombres compuestos, «cerca del Jalón» y «cerca de Gaén (donde hay un curso de agua). También en nuestro caso podría tener sentido (aunque no aparece con ningún nombre postpuesto), pues nuestra «Urrea» es un espacio cerca del barranco (que fue riachuelo) o del propio pueblo (incluso de otros espacios poblados en la propia zona, como indican yacimientos que allí existen de diferentes épocas). En esta línea, podría darse de la derivación euskera de «Uri»: «Villa», teniendo en cuenta, como hemos dicho, la íntima relación entre los dialectos peninsulares anteriores a la romanización.
Por otro lado, también podría derivar del latín «Horreum», o sea, «Granero en alto», que también sería oportuno en nuestra zona, al ser, ésta, un área de relevancia agrícola, en el pie de monte. Sin embargo, parece que sería decisiva la diferencia de acento, pues «Hórreo» es esdrújula no llana como nuestro término y lleva «h» (aunque quizá por etimología popular). La última de las hipótesis que nos atrevemos a aventurar, sin ser especialistas en la materia, sería la de que pudiera derivar de las palabras vasconas: «hurrizti» («la avellaneda») «orrea» (enebro) o «urrea» (oro), aunque las vemos más improbables.

Desde luego desechamos que este topónimo esté relacionado con algún apellido local, como ocurre en otros accidentes geográficos o elementos, ya que no detectamos este apellido en nuestra zona en ningún documento antiguo de los que manejamos.
En una próxima entrega haremos alusión al término «Marjana», que parece provenir, como veremos, del término árabe «Marjal» y que hace referencia a una zona húmeda, de gran riqueza, tanto en flora, como en fauna. Llama la atención que sean estas zonas fecundas y de gran biodiversidad, históricamente dedicados a los pastos y a la agricultura, como «Briguela», las elegidas para desarrollar lo que deberían ser energías verdes y sostenibles, pero que poco tienen que ver con la preservación del medioambiente y la economía local.

     

Fecha de publicación: 11/04/2021

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