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La Mutua, Memoria – Raíces – Legado

La Mutua, Memoria-Raices-Legado

Si preguntamos a nuestros mayores como se divertían en su juventud, sin pensarlo, mencionan a la mutua.

Esta sociedad, desde sus inicios, tuvo un papel esencial en la vida local., pues en 1883, como Sociedad de Socorros Mutuos de Chiva, su función era compensar mediante subsidio monetario a incapacitados temporalmente en sus trabajos, prestando atención sanitaria y farmacéutica. Posteriormente, su edificio, hizo las veces de lugar de enseñanza y, principalmente, funcionó como espacio de convivencia, reunión y tertulias, sin olvidar los banquetes y las largas noches de canto y baile que motivaban algún que otro acercamiento amistoso y… lo que surgiera. La Sociedad era tan representativa localmente que, en 1930, contaba con 1863 afiliados, teniendo en cuenta que solo se podían apuntar a partir de los 12 años.

Tanto la propia Sociedad como las sedes han ido evolucionando con el tiempo, con épocas de esplendor y épocas más complicadas, pero manteniendo siempre su presencia.

Centrándonos en el edificio actual, se trata de un claro ejemplo de arquitectura modernista popular de la zona valenciana. Tras atravesar sus grandes puertas de madera nos abruma el gran espacio diáfano, decorado mediante un zócalo de carácter modernista propio de la cerámica valenciana de finales del S.XIX, con motivos vegetales y florales. Otros elementos representativos son los tres pilares de hierro fundido, construidos por el valenciano Vicente Ferrer Ballester. Un pequeño escenario enmarcado por una yesería decorada con rocallas, motivos vegetales, florales, faunísticos y frutales, sin olvidar en la parte central el escudo de nuestra Villa compuesto, en este caso, de forma singular.

Como colofón, en las paredes cabe destacar el ciclo pictórico representado por cuatro murales, realizados por el ilustre pintor de Chiva Don Manuel Mora Yuste. Como atestiguan los libros de cuentas, en 1952 se le encarga dicha decoración a un joven Mora Yuste de 20 años de edad, ocupando el cargo en ese momento como contador dentro de la Sociedad. Estos cuadros son ventanas al pasado de una sociedad local de carácter rural, representando así las cuatro estaciones con las labores propias según la época. El pastoreo en primavera, la siega en verano, vendimia en otoño y caza en invierno.

A lo largo de los años el edificio ha sufrido un acelerado desgaste, acentuado en la parte decorativa y sobre todo en los murales, aportando una oscuridad que para nada tiene que ver con el concepto de edificio luminoso modernista. Esta degradación motivó un intento por salvaguardar el patrimonio de la mutua con iniciativas como recogida de firmas, realización de informes técnicos… quedando todo ese gran trabajo en papel mojado.

A raíz de todo lo ocurrido el 29 de octubre, se ha puesto en marcha un proceso de rehabilitación del edificio, poniéndose en contacto con profesionales locales para su recuperación. Esta premisa permitía que además de trabajar con profesionalidad, estaría presente siempre en la reconstrucción la sensibilidad y arraigo a nuestro pueblo. En la parte de restauración pictórica están interviniendo dos restauradores oriundos de la villa, Mara Alcaide y Jorge celda.

Todas estas labores no solo permitirán reconstruir un edificio, sino también, conservar el patrimonio que a veces no se ve, pero suele ser igual de importante. Hablamos del patrimonio inmaterial de las vivencias, costumbres y tradiciones de una comunidad que reconocen como propias de su cultura. Hablamos de los fundamentos de una Sociedad que hacen referencia a la memoria, raíces y legado de un pueblo., que conforman la identidad que nos hace únicos, siendo nuestro deber su mantenimiento en honor a las personas que, con su esfuerzo y trabajo levantaron edificios emblemáticos como la “Mutua”.

CECH, agosto de 2025

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