En marzo de 1879, en medio de una depresión económica que en nuestro campo se vio agravada por una tenaz sequía; pero, también, en medio de una evidente crisis política, saltó la noticia y la polémica generalizada en el panorama mediático nacional: Los labradores del Distrito de Chiva, proponen sacar a subasta, al alza, el cargo de Diputado.
En el pliego de condiciones, se establece, entre otras cosas, que el candidato deberá anticipar para cualquier obra de utilidad pública de los pueblos, 6.000 reales hasta 500 vecinos; 10.000 hasta los de 1.000 vecinos, y de esta vecindad hacia arriba, 20.000 reales. Además, el diputado habría de dar en garantía, como depósito, en poder de una Junta de mayores contribuyentes, la cantidad de 60.000 reales a los pueblos de Turís, Benifayó y Chiva, por terceras partes, bien en bienes, papel del Estado o dinero (ocho días antes del de la elección), la cual estaría en depósito mientras le durara el cargo. Así mismo, se avisa de que si dejase de cumplir el programa y no renunciara al cargo de diputado, se repartirían el depósito entre los que lo habían votado.
Como no podía ser de otra manera, esta curiosa subasta suscitó numerosas críticas desde los sectores más progresistas, a través de periódicos regionales como El Mercantil Valenciano y otros de tirada nacional como El Imparcial, La Época, La Unión o El Globo. Sin embargo, otros medios de diferente perfil, aplaudirán el sentido práctico de nuestros electores, como La Filoxera, La Raza Latina o Fray Verás, por ejemplo. Algunos como La América justifican esa decisión en la corrupción general del sistema establecido. En este panorama, incluso, el diario La Unión, presentará, en primera página, un manifiesto dirigido a los electores demócratas (28 de marzo), exigiendo que se devuelvan las garantías y derechos electorales consignados en la constitución de 1869, siendo respaldado por numerosos políticos de los diferentes distritos estatales (en el de Chiva, por José Pérez Guillén).
En abril, ya aparece comprador y el gobernador, Sr. Román Leal, decidió prohibir la publicación de un Manifiesto electoral de D. Salvador Espert, aceptando esas condiciones para obtener el sufragio para la primera elección de diputados a Cortes. Alegará que sería como «reglamentar el soborno», con «notorio menosprecio de la ley y de la moral pública». Esta medida será de nuevo celebrada en periódicos como El Siglo Futuro, que incluso publica un breve cuento moralizador que, de nuevo, generará polémica entre diarios, como El Pabellón Nacional, que les acusa de utilizar personajes sagrados «en beneficio de una publicación».
Pero lo cierto es que el sistema de subastas electorales propuesto por los de Chiva (como señala La Unión), será secundado por otros pueblos del mismo distrito, como Alborache (aquí el programa del candidato ministerial será la carretera); también en otras localidades de la región, como Ribarroja, Moncada o Bétera; e incluso de otras regiones, como Olivenza (Badajoz) o algunos pueblos de la circunscripción de Valladolid, por ejemplo.
Hay que recordar que las elecciones generales de 20 de abril de 1879, bajo el reinado de Alfonso XII, fueron convocadas bajo la base de lo dispuesto en la Constitución de tinte conservador de 1876, en la conocida como Restauración. También que en diciembre del año anterior se reforma la ley electoral para volver al sufragio restrictivo censitario. Al final parece que la manipulación fue ostensible y ganaron, de forma aplastante, los grupos liberales dinásticos o liberales-Conservadores, con 293 escaños. Así, desde luego, parece que, si tenemos el cuenta el panorama político nacional, nuestros labradores inauguraron un sistema de dudosa legitimidad, pero que, desde luego, ponía en evidencia, descaradamente, los defectos del sistema político español y la candidez o el fanatismo de aquellos electorales que daban su voto por puras promesas, muchas veces absurdas, que, como sabemos, en esas esferas, suelen no cumplirse.
Fecha de publicación: 25/11/2020