En el último artículo de nuestro blog hacíamos referencia a la concesión de diferentes licencias para establecer una serie de explotaciones mineras en nuestro pueblo y su jurisdicción. En esta ocasión queremos centrarnos en una de estas solicitudes a la que aludíamos al final de dicho texto divulgativo: la mina Trinidad.

Así, encontramos en el Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia un expediente de 19 de septiembre de 1856, instado por Salvador Merenciano sobre este yacimiento en nuestro término, concretamente en la partida de Las Salinas. Un depósito que lindaba con tierras de José Celda (norte), Francisco Martínez (este), Miguel Tarín de Pablo (oeste) y Joaquín Cervera (sur).
Su representante en el distrito de Chiva era Francisco Álvarez, vecino de nuestra población y presenta un informe de Federico de Botella (del Cuerpo de Ingenieros de Minas), de un manantial salado cuyas aguas manan entre los yesos de lugar.
Parece que, posteriormente, en marzo de 1858, en otro escrito dirigido al gobernador, Merenciano renuncia a esta mina; también a la de San Silvestre (Dos Aguas), Carmen, San Blas y Dolores (Cofrentes), así como a la de cobre que tenía registrada en Montroy y a la de cobalto de Monserrat. No sabemos si éstas llegarían a explotarse.
De estas salinas de interior de Chiva (un fenómeno de gran rareza que es exclusivamente ibérico dentro del continente europeo), relacionadas con la cantera de alabastro de Peñas Albas, parece, ya tenemos constancia en un pergamino de 1321: el que conserva el Archivo General de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli y que refleja el privilegio que otorgó el rey Jaime I a Berenguer de Entenza «para poder vender la sal de las salinas de Chiva».
También encontramos otras referencias más adelante, por ejemplo, en el Archivo del Reino de Valencia encontramos otros documentos de Bailía, de 1735 y 1740. Éstos recogen sendas denuncias del Visitador de salinas con el municipio, sobre fraude de sal.En concreto, en 1740 se señalan autos de oficio «contra la Villa de Chiva y por ella, a sus capitulares y otros por haber vendido sal de su acopio a los herbajantes Aragoneses y de Castilla». Unos expedientes promovidos por Gregorio Pérez Barrera, Teniente visitador de la Real Renta de salinas del reino.
Precisamente esta explotación se encuentra, como hemos señalado en otras ocasiones, en la zona de Briguela, un tradicional lugar de pastos, desde antiguo. Ha sido uno de los cuartos para uso de la dula concejil y por el que discurrían algunas de las cañadas, azagadores o veredas más importantes por las que bajaban los ganados trashumantes de las serranías de Cuenca, Albarracín, Javalambre o Gúdar. Por eso siempre han existido en la zona, corrales (albergues), abrevaderos naturales, abrigos, cuevas de refugio, pilas de piedra o servidumbres de paso o acceso a esas vías pecuarias. Todos ellos, forman parte de un gran paisaje cultural de gran valor medioambiental que hoy está en peligro de devastación; la última gran dehesa valenciana.
Ya señalamos que la propia palabra Briguela podía derivar de la raíz del vocablo celtíbero o protoindoeuropeo «Briga», que aparece en muchos topónimos hispanos y que podría a significar: colina, lugar elevado, cercado o amurallado. Curiosamente, también el término «dehesa», proviene de la palabra defensa, o zona vallada, preparada para guardar los rebaños.
Este ecosistema único, en el que hombre y naturaleza tradicionalmente han convivido armónicamente es, pues, un gran libro abierto que reproduce nuestra historia; un área simbólica y emocional, de una gran singularidad, en la que convergen pasado, presente y futuro.
JCM
Fecha de publicación: 06/10/2021